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La organización internacional de protección de los derechos de la infancia trabaja en Sudán desde 1977 para parar la pobreza infantil
PLAN: El retorno de antiguos niños soldados y de miles de menores traumatizados desafía el futuro del nuevo Sudán del Sur
La mayoría de los cerca de 500 mil menores que retornan al nuevo país no hablan el idioma de la región y muchos cargan un pasado de niño soldado
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Sudán del Sur, el primer estado africano del siglo XXI, que nacerá oficialmente el próximo 9 de julio, tiene como uno de sus principales retos reinsertar y normalizar la vida de miles de niños que, junto con sus familias, vuelven a su lugar de origen tras pasar años, e incluso décadas, exiliados en el norte de Sudán y otros países vecinos como Kenia, Uganda o la República Democrática del Congo.
PLAN, presente en el país desde 1977 trabaja para facilitar la vuelta de los refugiados y desplazados que desde el pasado 9 de enero, fecha en la que se celebró el referéndum sobre la independencia del sur de Sudan, están regresando a la zona. La cifra por el momento alcanza 150.000 personas. PLAN calcula que otras 35.000 más se encuentran actualmente en camino.
“Se espera casi que un millón y medio de refugiados y desplazados internos vuelvan a Sudán del Sur, el 41 por ciento de ellos son niños. Muchos no hablan inglés y un alto porcentaje son antiguos niños soldados. Garantizar el acceso a la educación de estos niños es clave para que el nuevo país tenga un futuro”, explica Concha López, directora general de PLAN en España.
PLAN desarrolla desde septiembre de 2010 un programa de formación profesional para jóvenes, ex niños soldados, que quieran aprender un oficio. Se estima que más de 20.000 niños soldados han luchado en el conflicto que enfrenta desde la independencia del país, en 1955, a Sudán del Norte, de mayoría musulmana y donde se encuentra Jartum, la capital; con Sudán del Sur, más pobre pero muy rico en reservas petrolíferas.
Moses Khemis, tiene ahora 20 años. De los 14 a los 16 fue un niño soldado. “Era el hijo mayor de mi familia y no pude hacer nada para evitar que me reclutaran. Si hubiera hablado, los soldados habrían golpeado a mi familia y destruido nuestra casa. La vida como soldado era miserable. Podía pasar días sin comer, moviéndome de un lugar a otro. Vi morir a mucha gente. Yo cada vez me sentía más débil y sabía que no sobreviviría ahí así que decidí escapar.”
Moses consiguió volver a su pueblo y ahora asiste a un curso de electrónica impartido por PLAN. “Mi familia está muy contenta con el hecho de que esté aprendiendo un oficio. Creen que seré la persona que les ayude en el futuro.” Respecto al referéndum, Moses asegura que le encantaría ver cómo Sudán del Sur se desarrolla y crece. “No estoy asustado por el futuro porque sé que todo es posible. Estoy seguro de que Sudán del Sur va a ser un lugar muy agradable donde vivir.”
El difícil retorno y la falta de escuelas- Además de las difíciles condiciones del viaje de vuelta a su lugar de origen después de décadas de guerra civil y violencia - las familias viajan durante semanas a pie por las carreteras o hacinados en remolques sin unas mínimas condiciones de higiene ni comodidad – los retornados se encuentran con una región en condiciones de extrema de pobreza, mucho menos desarrollada que su vecina del norte.
Sudán del Sur no cuenta con suficientes plazas escolares para todos los niños recién llegados. Además, la lengua franca del futuro nuevo país es el inglés y las principales creencias el cristianismo y el animismo mientras que los niños procedentes del norte, de mayoría musulmana, han ido a clases impartidas en árabe.
“¿Podré volver a la escuela?”, pregunta Awvoi, una niña de diez años que acaba de volver a su tierra natal, Jonglei State, en Sur Sudán, después de años viviendo en la capital del país, Jartum. La familia ha viajado durante 58 días, primero caminando por carreteras y luego subidos en los remolques destinados a trasladar a los sudaneses del sur que vivían desde hace años en el norte. En el remolque, con sólo seis letrinas y provisto de catres al aire libre, han viajado 500 personas durante nueve días.
Los niños van a pasar por una dura fase de adaptación, Una amiga de Awvoi, Ajok, de seis años de edad, habla con voz firme cuando asegura que le gusta mucho la escuela pero echa de menos su vida en el norte. “Estoy aquí, en este lugar tan extraño, echo de menos a mis amigos de Jartum… ¿Crees que volveré a ir a una escuela como la de allí?”, pregunta.
Ante la llegada masiva de refugiados, PLAN está poniendo en marcha sus llamados “Child Friendly Spaces” o “espacios de seguridad para los niños”. Estos lugares, atendidos por especialistas y voluntarios, están pensados para garantizar la seguridad de los niños y niñas y para ofrecerles un lugar donde jugar y continuar con su educación mientras se lleva a cabo el proceso de reubicación de sus familias.
PLAN en Sudán. PLAN lleva desde 1977 protegiendo los derechos de más de 500.000 niños y niñas de cinco estados de Sudán y desarrollando proyectos de educación, salud, agua, higiene y saneamiento. Durante los últimos cinco años PLAN ha estado trabajando con el Gobierno de Sudán del Sur para reconstruir el país después de más de dos décadas de una guerra civil que ha matado a dos millones de personas y provocado que otros cuatro millones tuvieran que huir
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Sobre PLAN
PLAN es una organización internacional de protección de los derechos de la infancia, sin afiliación política ni religiosa, que nació en Santander en 1937. Está presente en 65 países a través de 7400 proyectos y cuenta con más 1,5 millones de niños y niñas apadrinados.
PLAN es miembro consultivo del ECOSOC de Naciones Unidas y pertenece al GMC (Global Movement for Children), plataforma que engloba a las organizaciones internacionales dedicadas a la infancia más importantes del mundo.
Las cuentas de PLAN son auditadas por PricewaterhouseCoopers